Together.

Megan Nicole Nell.
Marcus Cepheus Black.
Bludger.

 

 Éramos un grupo de chiquillos, no hay mejor forma de definirlo. 

Un grupo heterogéneo de chavales reunidos por azar, con poco en común excepto nuestro objetivo: detener el mal. Suena épico, casi bonito, pero no lo fue. No fuimos héroes. Simplemente éramos los únicos. Nadie más en Hogwarts estaba en condiciones de detener a Quirrel, de detener a El-que-no-debe-ser-nombrado, salvo nosotros.

¿Cómo lo logramos? No lo sé. Sé que mis compañeros y yo hicimos lo que pudimos, todo lo que fuimos capaces, e incluso más allá. Sortear a un perro de tres cabezas, escapar del abrazo mortal de un Lazo del Diablo, atravesar un tablero de ajedrez jugando como piezas, hablar con un troll y encontrar una llave en medio de cientos... Yo sola no habría podido hacerlo, pero les tenía a ellos, y ellos me tenían a mí.

Aún hoy doy gracias por haberle hecho caso a Marcus. Justo Marcus, el último de los Black, la última persona de la que me fiaría. Justo quien saltó para dar su vida por mí cuando estuvimos frente a la verdadera amenaza. 

No fue el único que me sorprendió ese día. Gracias a Violetta, a su fuerza y determinación, rompimos la barrera protectora frente a Quirrel. Gracias a Megan y su poder de metamorfa, conseguimos la Piedra Filosofal. Gracias a la visión de Edius, superamos la mayoría de retos. Y gracias a Troy, tuvimos un apoyo constante manifestado con el sonido de una gaita. Ese sonido fue lo que evitó que flaqueara. Y la lucha de todos me dio nuevas fuerzas.

Por último, me sorprendí hasta a mí misma. Usé poderes que ni siquiera sabía que tenía, igual que en Halloween. Supongo que la desesperación hace que descubras nuevas cosas sobre ti mismo.

Y firmé tres contratos invisibles. Y vencimos... y en vez de poderosa, me sentí enormemente aliviada y más frágil que nunca. Pero feliz. 

Hasta unos días después. Cuando vino a recordarme nuestro trato.

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